Tener un propósito es quitarle sentido a la vida.
Reflexiones en la era del propósito para individuos que pertenecen a masas.
Typo photo by Anna Tarazevich
Ayudar a los demás, acceder o generar conocimiento, crear un legado, sentirme seguro... ya es parte de la vida. No necesitamos un propósito para que eso ocurra.
No necesitas auto_imponerte una meta, una victoria, una esperanza... que esperas y esperas pero no llega. Porque la vida no va de luchar por ser o demostrar o aparentar ser buenos y aseados. Somos lo que somos. Pero no malos de naturaleza inmoral.
No necesitamos que un propósito ayude a gestionar nuestro impulso malintencionado, vago y egoísta... necesitamos espacio para dar sentido a una ética personal con impacto común. Junto a la necesidad de sentirnos humanos desde el devenir de momentos, aprendizajes, dolores, sinsabores, descubrimientos y felicidades sin necesidad de comparar, vender o imponer nuestra múltiple verdad.
Y bajo ningún concepto conformarnos con ella, la verdad verdadera. Es múltiple y seguramente mentira. Dudar no es dar dos pasos atrás es lograr que la verdad sea más ella misma.
Porque en el neto, neto... la verdad puede ser verdadera en una vida que busca sentido en ser vivida, disfrutada y compartida en la libertad de no juzgar para no ser juzgados, ni necesidad de acudir a héroes que ayuden a enfrentar un cambio permanente que todos asumimos sin necesidad de propósito aislante, pero sí de sentido de impacto.
Porque la vida al final es impacto, en nosotros, en los que nos rodean y en todo aquello que nos ofrece el espacio donde vivir, no sobrevivir gracias a un propósito salvador que sólo funciona ante una vida que sigue sin tener sentido y menos humano.
La máquina inteligente ha llegado y curiosamente y casi sin duda nos humaniza aún más. Si queremos revertir este pensamiento de que como humanos no valemos y necesitamos azotes, latigazos o adicciones, algo que parece incuestionable, y nos damos la oportunidad de emanciparnos de una cosificación milenaria atrapada por el miedo a morir sin más igual merece la pena. Igual la IA famosa ha llegado para emanciparnos y permitirnos ser buenos y sin miedo a no acabar en un maravilloso cielo sin más anuncios ni expectativas auto infligidas.
El propósito da sentido, a una parte de tu vida... pero le quita sentido al resto. Y el resto no es lo que sobra, es lo que falta.
¿De verdad que no hay propósito de enmienda? ¿Algún caso de éxito?
Le daba vueltas a tener como propósito Morir Molando. Porque hay que morir molando. Porque molar es mucho de nosotros para los demás.
Porque molar es un auténtico propósito que da sentido a una buena vida.
Sin embargo molar es también inmolarse en uno mismo y dejar que las neurosis te arrebaten casi todo del resto... demostrando así que ni molar es un propósito plausible.
El propósito de cuidar a los demás parece más un esfuerzo que da sentido y permite con-vivir... pero no vivir en la plenitud de una dictadura que va más allá del buenismo, para confirmar que no somos malos por naturaleza. Y ahí entra en juego la prisión de la biología que nos afecta desde nuestro nacimiento en transmisores e imaginaciones más allá de la educación recibida, imperativos categóricos o pertenencias a una masa política o deportiva. La biología y su cuidado debería ser un propósito común sin implicaciones endiosadas. Porque ser médica no tiene porque ser una vocación, pero más vale que lo sea... y la burocracia puede que no sume felicidad pero pobre de nosotros si no existiera... el pánico. Pero claro… es eso dar sentido a una vida que no sólo discurre desde nuestra vocación. Eso más que un propósito es una expectativa obsesiva y mal gestionada.
Otro ejemplo, otro propósito al uso es ser útil. Para que te puedan utilizar. Eso nos hace más iguales pero nos aleja de aquello que más humanos nos hace: imaginar. Eso no es eficiente y por tanto inútil. También se puede ser útil desde la inteligencia y el pensamiento crítico, aquello que permite tomar decisiones y evitar la ansiedad de una incertidumbre amplificada. Pero adquirir el propósito de ser la heroína para una masa no es si no confrontar propósitos para transformarlos en voluntades de masas bajo la figura de un padre, curioso que no una madre… y que acaba decidiendo el marco para elegir nuestro propio y sesgado propósito.
Y así una conclusión se forma poco a poco alrededor de la necesidad de propósito. Ser buenos y pensar sabiendo que lo somos es el mayor propósito. Si los medios nos muestran un mundo competitivamente malvado, si la desconfianza es pura ansiedad o la desigualdad es un motor hacia la utopía. Cuando tu utopía es mi distopia. Qué mejor que emanciparnos definitivamente de la idea de emanciparnos... redefinir, también en la intimidad el mundo que nos ha tocado vivir. Aprovechar las máquinas para quitarnos el sanbenito del pecado original y empezar a dar vida a una civilización sin el sesgo de creer que tenemos sesgos. Sin espejos desde que nacemos.
El destino es caprichoso. Y el propósito de hoy seguramente sea un despropósito mañana. Porque el mundo cambia a un ritmo que es “una barbaridad, una brutalidad” como decían en La Verbena de La Paloma. Y si creemos que el propósito alivia el stress de decidir mal ante la incertidumbre, estaremos siendo injustos, y muchos acabarán odiando la vida. Una vida que gracias al propósito, es la que les ha tocado vivir. Es lo que hay y se llama vida. Y muchas veces es un sinsentido.
Pero vamos, dispuesto siempre a conversar, y cambiar de opinión. Es da sentido a mi ser como humano.